Lugar y fecha: Domingo 23 de Agosto del 2015. Teatro Municipal de Bahía Blanca
Obra presentada: Dreimal sieben Gedichte aus Albert Giraus “Pierrot Lunaire” (Arnold Schönberg)
“El arte va más allá de su tiempo y lleva parte del futuro”
Wassily Kandinsky
Todo proceso musical debe ser analizado y concebido como resultado de la interacción de diversos factores no sólo intrínsecamente musicales, sino también de su entorno, de la visión del mundo que impera en ese momento histórico. El agotamiento de un período conduce a la búsqueda de renovación, a través del cambio de funciones de los elementos “en uso”, o de la búsqueda de otros. De este modo, el sistema modal dio paso al tonal, con su correspondiente empleo armónico funcional, su direccionalidad discursiva dada por el enlace acórdico y la estructuración de ellos en formas.
Hacia fines del siglo XIX, el impresionismo ya había agotado todas las posibilidades tonales y cromáticas de la tonalidad. En el afán de hallar respuestas a las necesidades musicales, los compositores (entre ellos Debussy y Ravel como exponentes máximos) comenzaron a emplear las escalas pentatónicas y de tonos enteros provenientes de Oriente, la bi y politonalidad, le otorgaron al acorde una entidad propia y trabajaron con el color a través del empleo de otros registros en los instrumentos. Éste fue el inicio del gran cambio de vendría sólo después. El expresionismo en literatura y pintura, el surgimiento del psicoanálisis y la guerra mundial desencadenó en la desintegración de la tonalidad a través del atonalismo y el dodecafonismo que constituyeron la construcción de un nuevo sistema.
Entre 1890- 1910, la exploración de los límites tonales que fue llevada a cabo por los impresionistas había alcanzado el límite. R.Wagner, Scriabin, Varèse, Schönberg, y su Escuela de Viena comenzaron a utilizar lo que algunos sectores, basándose en la antinomia consonancia y disonancia, denominaron atonalidad.
El atonalismo libre, otorgó a cada altura la misma jerarquía, con el consecuente cambio a nivel armónico, ya que la armonía dejó de ser funcional : se eliminaron las funciones de tónica, subdominante y dominante, las antípodas reposo y tensión. Con la erradicación de la tonalidad- que había sido, hasta entonces, el elemento configurador de la forma-, se abandonaron los esquemas morfológicos clásico- románticos. Esto condujo a la construcción de formas sonoras de breve duración, con yuxtaposiciones y fuertes contrastes, cuya unidad poética puede hallarse sustentada, en algunos casos, por el texto como elemento externo que brinda cohesión. El melodrama Pierrot Lunaire constituye un claro ejemplo de este período, ya que proporciona la primera indicación en el cambio de pensamiento de Schönberg, que derivará, luego, en lo que se designará como dodecafonismo y serialismo. Sus fundamentos teóricos se hallan reunidos en su Tratado de armonía, que es uno de los documentos esenciales del pensamiento musical del siglo XX. De manera que esta obra no sólo es la más representativa de este compositor, sino que configura uno de los puntos claves de las vanguardias, por sus elementos expresionistas y su exploración sonora: la implementación del sprechgesang, una especie de melodía hablada con rítmicas y alturas específicas (con ciertas reminiscencias al cabaret, al Music hall), cuya técnica resulta sumamente compleja de interpretar para la cantante, ya que, como lo ha expresado el compositor, no se trata ni de una manera hablada de cantar, ni una manera ordinaria de hablar, sino de un intersticio.
La inclinación de Schönberg por la numerología ha influido notablemente sobre la forma del Pierrot Lunaire: los números 7(símbolo de la plenitud y totalidad, resultado de la suma del 3 – la divinidad- y el cuatro- símbolo de la ordenación espacial, y de la tierra- ), 12 (símbolo de la perfección espacial absoluta ,resultado de la suma de 3 veces 4) y 21 (inversión del 12, integrado por la multiplicación del 3- la trinidad- y el siete) son base de sus decisiones composicionales. Casualidad o causalidad, Pierrot es su opus 21 , su inicio de escritura fue el 12 de marzo de 1912 y su estreno, ese mismo año. En lo que refiere al aspecto poético, este ciclo de canciones está compuesto por 3 veces siete poemas de Albert Giraud- traducidos al alemán por Otto Erich Hartleben-, los que conforman un total de 21.
Las temáticas aluden al amor, al sexo y a la religión, la violencia criminal, el juego con el miedo, el absurdo, la ironía y la histeria.
Respecto de los aspectos musicales, el ensamble consta de siete miembros- con director incluido-. El uso de motivos de siete notas es una constante. A. Schönberg apela a instrumentación variada, de caleidoscopio de sonoridades, dinámicas, colores y carácter, a contradicciones y paradojas: los instrumentistas son uno y todo al alternar como solista y parte del ensamble, emplea formas de períodos anteriores, como el canon- con su movimiento retrógrado-, el rondó, la fuga, , el contrapunto y la passacaglia , pero de una forma renovada; posee elementos del cabaret y el Music hall, pero es una obra académica, el rol masculino es interpretado por una mujer: Pierrot, no es más que una máscara grotesca y trágica.
Todas estas cuestiones hacen de ésta, una obra difícil de interpretar y dirigir. La decisión de su inclusión como estreno local dentro del programa del encuentro de Bahía Actual, realizado entre los días 19 al 23 de Agosto del 2015, se debe a la importancia radical del Pierrot como elemento fundacional de toda una nueva concepción de la música.
La mixturación de la excelente puesta en escena de Felipe Hirchsfeldt, la precisa e impecable dirección de Leandro Mantiñán y la delicada interpretación del ensamble, dio, al resultado sonoro, un sentido de totalidad y suntuosidad. Irene Abreu, en su rol de Pierrot, supo resolver con una exactitud extraordinaria la dificultad del sprechgesang. Esto se vio explicitado en la reacción del público, quien ovacionó fervorosamente a los intérpretes y director. Las repercusiones y los buenos comentarios de los oyentes que asistieron condujo a una nueva presentación y conferencia que se realizará en el Conservatorio de Música de Bahía Blanca, la segunda semana de Octubre.
El Pierrot, en tanto hecho musical histórico, se erige como emblema de la búsqueda sonora: la percepción de inestabilidad constante, de suspensión y caos convergen con las temáticas polémicas de la letra. De este modo, nuestra capacidad sensitiva se ve inducida a la experimentación de los aspectos más oscuros y siniestros del ser humano.
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